La pregunta de cómo las personas eran salvas antes de Jesús y su sacrificio es una cuestión que ha intrigado a muchas personas a lo largo de los siglos. En el Antiguo Testamento, antes de la venida de Cristo, la salvación se obtenía a través de la fe en Dios y de creer en sus promesas. La revelación de Dios era limitada, pero aquellos que confiaban en él y en sus promesas eran considerados justos ante sus ojos. Sin embargo, con la llegada de Jesús y su sacrificio en la cruz, la revelación se hizo completa y la forma de obtener la salvación se transformó. En este artículo, exploraremos cómo se obtenía la salvación en el Antiguo Testamento y cómo el sacrificio de Jesús cambió esta realidad.
La salvación en el Antiguo Testamento
En el Antiguo Testamento, la salvación era un tema central. Dios estableció un pacto con su pueblo y les reveló su propósito de redimir y salvar a la humanidad. A lo largo de la historia bíblica, vemos cómo Dios se revela a través de profetas y líderes, y cómo da instrucciones específicas a su pueblo con respecto a la adoración y las prácticas religiosas. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la revelación de Dios en este momento era limitada y no se había manifestado completamente en la persona de Jesús.
La fe en Dios como medio de salvación
En el Antiguo Testamento, la fe en Dios era fundamental para obtener la salvación. Aunque la revelación era limitada, las personas tenían la oportunidad de creer en las promesas de Dios y confiar en él para su salvación. El libro de Génesis relata la historia de Abraham, quien creyó en las promesas de Dios y fue contado como justo por su fe. A través de su descendencia, Dios estableció un pacto con el pueblo de Israel y les dio mandamientos y leyes para seguir.
La fe en Dios no solo se manifestaba a través de la obediencia a sus mandamientos, sino también a través de la adoración y la confianza en él en momentos de dificultad. Moisés lideró al pueblo de Israel fuera de la esclavitud de Egipto, y en el desierto, Dios les dio mandamientos y leyes para vivir de acuerdo con su voluntad. A través de su fe en Dios, Israel experimentó la liberación y el favor de Dios.
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Aunque la fe en Dios era esencial para obtener la salvación en el Antiguo Testamento, es importante tener en cuenta que la revelación de Dios era limitada en ese momento. Los profetas y líderes del Antiguo Testamento tenían una comprensión parcial de la voluntad de Dios y de su plan de salvación. Aunque recibieron revelaciones específicas de Dios y compartieron estas enseñanzas con el pueblo, no tenían el conocimiento completo de lo que sucedería en el futuro.
Creencia en las promesas de Dios
A pesar de la revelación limitada, aquellos que creían en las promesas de Dios eran contados como justos ante sus ojos. Por ejemplo, el rey David confió en las promesas de Dios de que su linaje estaría en el trono para siempre, y esto le fue contado como justicia. El rey David, a pesar de sus defectos, tenía una fe profunda en Dios y en sus promesas.
A través de las promesas de Dios, la gente del Antiguo Testamento tenía la esperanza de redención y salvación. Estas promesas apuntaban hacia la venida de un Mesías que traería la salvación y restauraría la relación entre Dios y la humanidad. Sin embargo, el conocimiento sobre este Mesías y su sacrificio en la cruz todavía no estaba completamente revelado.
La salvación en el Nuevo Testamento
Con la venida de Jesús, la forma de obtener la salvación cambió drásticamente. Jesús no solo cumplió las promesas de Dios hechas en el Antiguo Testamento, sino que también reveló el plan completo de salvación de Dios. En el Nuevo Testamento, vemos que la muerte y resurrección de Jesús se convierten en la forma de obtener la salvación.
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Después de la resurrección de Cristo, los discípulos y seguidores de Jesús experimentaron una revelación más completa de la voluntad de Dios. Jesús apareció a sus seguidores y les explicó cómo su muerte y resurrección habían cumplido las profecías del Antiguo Testamento y habían abierto el camino hacia la salvación. A través de la fe en Jesús y en su obra en la cruz, las personas podían obtener la salvación y tener una relación íntima con Dios.
La revelación completa después de la resurrección de Cristo trajo una comprensión más clara de la gracia de Dios y de su amor incondicional. Los seguidores de Jesús entendieron que ya no estaban bajo la ley del Antiguo Testamento, sino bajo la gracia de Dios. A través de la fe en Jesús, podían ser perdonados de sus pecados y reconciliados con Dios.
La muerte y resurrección de Jesús como la forma de obtener la salvación
En el Nuevo Testamento, se enfatiza repetidamente que la muerte y resurrección de Jesús son la forma de obtener la salvación. Jesús mismo declaró que él era «el camino, la verdad y la vida» y que nadie podía llegar al Padre sino a través de él. A través de su muerte en la cruz, Jesús llevó sobre sí mismo el castigo por nuestros pecados y nos reconcilió con Dios.
La fe en Jesús y su obra en la cruz es el medio por el cual las personas pueden ser salvas y obtener la vida eterna. El apóstol Pablo escribió en su carta a los Gálatas: «Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí». Estas palabras muestran claramente cómo la fe en Jesús y en su sacrificio es el fundamento de la salvación.
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La salvación antes de Jesús y su sacrificio era obtenida a través de la fe en Dios y en sus promesas. Aunque la revelación era limitada, aquellos que creían en las promesas de Dios eran considerados justos ante sus ojos. Sin embargo, con la venida de Jesús, la forma de obtener la salvación cambió. Su muerte y resurrección se convirtieron en la base para la salvación, y a través de la fe en él, las personas pueden tener la seguridad de la vida eterna. La salvación antes de Jesús era a través de la fe en Dios, pero después de su sacrificio, la fe en Jesús se convierte en el camino hacia la salvación.