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En el mundo de la teología y la fe cristiana, existe una pregunta recurrente que ha generado múltiples debates y discusiones a lo largo de la historia: ¿Es Jesús Yahvé? ¿Es Jesús Jehová? Ambos son nombres que están estrechamente relacionados con la divinidad en el contexto del Antiguo Testamento, y su conexión con Jesús ha llevado a diferentes interpretaciones y perspectivas. En este extenso artículo, exploraremos los fundamentos bíblicos y doctrinales para comprender si Jesús es realmente Yahvé o Jehová, y cómo esto afecta nuestra comprensión de la naturaleza divina de Jesús.
¿Es Jesús Yahvé?
Para responder a esta pregunta, debemos remontarnos al Antiguo Testamento y examinar los fundamentos bíblicos que apuntan a Jesús como Yahvé. En el libro de Éxodo, encontramos un pasaje de gran importancia: Éxodo 3:13-14. En esta narrativa, Moisés se encuentra con Dios en la zarza ardiente y le pregunta por su nombre. Dios responde: «Yo Soy el que soy». Este nombre, en hebreo, es «YHWH», y es considerado el nombre divino supremo. Es a partir de aquí que se deriva el nombre «Yahvé», utilizado para referirse al Dios de Israel.
El nombre de Dios revelado a Moisés
El nombre «Yahvé» revelado a Moisés tiene una importancia trascendental en la teología judía y cristiana. Este nombre implica existencia eterna y autoridad suprema. En el contexto del Antiguo Testamento, Yahvé es el nombre utilizado para hablar de la deidad suprema, el Dios de Israel. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, Jesús se atribuye a sí mismo características y títulos divinos, lo que abre la puerta a la posibilidad de que Jesús sea el Yahvé del Antiguo Testamento.
Las características divinas atribuidas a Jesús en el Nuevo Testamento
A lo largo del Nuevo Testamento, encontramos numerosas referencias que atribuyen características divinas a Jesús. Jesús es presentado como el Hijo de Dios, quien posee autoridad para perdonar pecados, juzgar a la humanidad y conferir vida eterna. Estas atribuciones parecen estar en línea con el Yahvé del Antiguo Testamento, quien es considerado el único creador y sustentador del universo. Además, Jesús se identifica a sí mismo como «Yo Soy», una referencia clara a la revelación de su nombre divino a Moisés en Éxodo.
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Jesús también realiza acciones que solo Dios puede hacer. Él camina sobre el agua, calma las tormentas y realiza milagros de sanación. Estas acciones, combinadas con las enseñanzas y afirmaciones de Jesús sobre su relación única con Dios Padre, refuerzan la idea de que Jesús es más que un simple hombre, sino que posee una divinidad intrínseca.
Jesús como Dios en la doctrina cristiana
La doctrina cristiana sostiene que Jesús es Dios encarnado. Esto significa que Jesús es completamente divino y completamente humano al mismo tiempo. Esta creencia se basa en las enseñanzas de Jesús mismo, la evidencia de su resurrección y las interpretaciones teológicas de los primeros seguidores de Jesús.
El Concilio de Nicea en el año 325 d.C. fue fundamental en la definición de este concepto. Allí se estableció que Jesús es de la misma sustancia (es decir, es de la misma naturaleza) que Dios Padre. Esto implica que Jesús comparte la misma divinidad y eternidad que el Padre y, por lo tanto, puede ser considerado Yahvé en el sentido de ser parte de la Deidad.
Además, el Nuevo Testamento presenta numerosas afirmaciones directas y detalles sobre la divinidad de Jesús. Por ejemplo, en Juan 1:1 se dice: «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios». Aquí, el «Verbo» se refiere a Jesús, y se establece su divinidad desde el comienzo mismo de este evangelio. Otro pasaje clave es Filipenses 2:6-7, que dice: «El cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres».
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La doctrina cristiana, por tanto, sostiene que Jesús no solo es Yahvé en el sentido de compartir su divinidad, sino también en el sentido de ser uno con Dios en su ser y esencia misma.
¿Es Jesús Jehová?
Para abordar esta pregunta, es necesario analizar el uso del tetragrama YHWH en el Antiguo Testamento y su relación con Jesús en el contexto del Nuevo Testamento.
Jesús y el tetragrama YHWH en el Antiguo Testamento
En el Antiguo Testamento, el tetragrama YHWH se utiliza para referirse a Dios. Este nombre se considera tan sagrado que no es pronunciado en la tradición judía, sino que se reemplaza por la palabra «Adonai» («Señor»). Aunque el nombre YHWH aparece en más de 6,800 ocasiones en el Antiguo Testamento, no se encuentra en el Nuevo Testamento.
Sin embargo, esto no significa que Jesús no esté relacionado con el tetragrama YHWH. En Juan 8:58, Jesús afirma: «Antes que Abraham existiera, Yo Soy». Aquí, Jesús utiliza la misma frase que Dios usó para revelarse a Moisés en Éxodo 3:14. Al emplear estas palabras, Jesús se identifica directamente con el nombre divino YHWH. Esto sugiere una conexión significativa entre Jesús y Jehová, utilizando el nombre YHWH como un punto de unión entre ambos.
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Examinando las enseñanzas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, podemos observar que Jesús está constantemente asociado con Dios de formas que van más allá de una simple identificación humana. Si bien el nombre YHWH no se menciona específicamente en el Nuevo Testamento en referencia a Jesús, las enseñanzas y afirmaciones de Jesús sobre su naturaleza divina respaldan la idea de que Jesús es Jehová.
La conexión entre Jesús y Jehová se profundiza aún más cuando consideramos los pasajes del Antiguo Testamento que hacen referencia a Jehová y posteriormente son aplicados a Jesús en el Nuevo Testamento. Un ejemplo claro de esto es la profecía de Isaías 40:3, que dice: «Voz que clama en el desierto: ‘Preparad el camino del Señor'». Esta profecía es citada en el Nuevo Testamento en relación a Jesús y su ministerio, mostrando cómo Jesús es identificado como el Señor al que se refiere el profeta Isaías.
Otro ejemplo es el Salmo 110:1, que dice: «Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies». Este pasaje es citado por Jesús mismo en Mateo 22:44, estableciendo una conexión íntima entre Jehová y Jesús, y reforzando la idea de que Jesús es más que un simple profeta o mesías, sino el mismo Jehová manifestado en la carne.
Conclusiones y reflexiones finales
Tanto la evidencia bíblica como la doctrina cristiana apuntan a que Jesús es Yahvé y Jehová, el Dios del Antiguo Testamento. A través de las Escrituras, vemos cómo Jesús se atribuye a sí mismo características y títulos divinos, cómo los escritores del Nuevo Testamento lo reconocen como Dios encarnado, y cómo Jesús cumple profecías y se identifica con acciones y atributos únicos a Dios.
Si bien esta comprensión puede ser compleja y desafiante para algunas personas, es fundamental en nuestra fe cristiana reconocer a Jesús como el Dios eterno que se reveló a sí mismo a Moisés como «Yo Soy». Jesús no solo es un profeta o un líder religioso destacado, sino el mismo Dios en carne y hueso, quien vino al mundo para redimir a la humanidad y ofrecer salvación.
Sabiendo que Jesús es Yahvé y Jehová, podemos confiar en su amor incondicional, su compasión y su capacidad para salvarnos. Jesús no solo es el mediador entre Dios y los hombres, sino que también es Dios en toda su plenitud. Que esta comprensión nos lleve a profundizar en nuestra relación con Jesús, adorarlo y seguir sus enseñanzas, reconociendo su divinidad y entregándonos plenamente a su amor y misericordia.