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¿Por qué no todos serán salvos aunque digan «Señor, Señor»? Esta pregunta se plantea en el Evangelio de Mateo, específicamente en el capítulo 7, versículo 21. En este pasaje, Jesús advierte que no todos los que lo llaman «Señor, Señor» entrarán en el reino de los cielos. Es importante explorar el significado de estas palabras de Jesús y entender por qué el simple hecho de reconocerlo como Señor no es suficiente para obtener la salvación eterna.
¿Qué significa decir «Señor, Señor»?
Decir «Señor, Señor» implica reconocer la supremacía y la autoridad de Jesús sobre nuestras vidas. Es un reconocimiento de que Él es nuestro Señor y Maestro, y que estamos dispuestos a seguirlo y obedecerlo en todas las áreas de nuestra vida. Sin embargo, Jesús nos advierte que no basta con pronunciar estas palabras o incluso creer en Él intelectualmente. Es necesario ir más allá y hacer la voluntad del Padre.
La importancia de hacer la voluntad del Padre
No es suficiente solo llamar a Jesús «Señor», debemos ser verdaderos discípulos suyos haciendo la voluntad del Padre. La voluntad del Padre se refiere a vivir según los preceptos y mandamientos de Dios. Esto implica vivir en obediencia y sumisión a Su palabra. Jesús nos enseñó que aquellos que hacen la voluntad del Padre son considerados su verdadera familia y entrarán en el reino de los cielos.
Si solo nos quedamos en las palabras y no llevamos a cabo la voluntad de Dios en nuestras vidas, estamos engañándonos a nosotros mismos. No importa cuánto afirmemos creer en Jesús, si no estamos dispuestos a obedecerlo y seguir su ejemplo, no hemos entendido verdaderamente el llamado del Evangelio.
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El error de confiar en la obediencia a la Ley de Moisés para obtener la salvación
Históricamente, muchos han creído que la salvación se obtiene a través de la obediencia a la Ley de Moisés. Sin embargo, Jesús nos enseña que esta mentalidad es errónea. La Ley de Moisés, si bien es santa y buena, no puede salvarnos por sí misma. La obediencia a la Ley solo nos muestra nuestra necesidad de un Salvador y nuestra incapacidad para cumplir con todos los mandamientos de manera perfecta.
La salvación no se encuentra en nuestros propios esfuerzos para cumplir con la Ley, sino en la fe en Jesús. Él es el único que ha cumplido perfectamente la Ley y ha pagado por nuestros pecados en la cruz. Confíar en nuestra obediencia a la Ley de Moisés como medio de salvación es un error, ya que esto significaría depender de nuestras propias obras en lugar de la gracia de Dios.
La verdadera justicia a través de la fe en Jesús
La justicia verdadera, que nos lleva a ser salvos, no se obtiene por el cumplimiento de la Ley, sino por la fe en Jesús. La fe es el medio por el cual recibimos la gracia y el perdón de Dios. E creer en Jesús y en su obra redentora en la cruz, recibimos la justicia de Dios y somos hechos justos ante sus ojos.
La fe en Jesús nos libera de la carga de tratar de ganar nuestra propia salvación. En lugar de depender de nuestras propias obras y logros, podemos confiar en la obra perfecta de Jesús y en su gracia para ser justificados. Esto nos muestra la importancia de una fe sincera y genuina en Jesús, más allá de meras palabras o afirmaciones.
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El requisito de un cambio de corazón y mente para obtener la justicia de Dios
Dentro del contexto del pasaje en Mateo 7:21, Jesús también destaca la importancia de un cambio de corazón y mente para obtener la justicia de Dios. No se trata simplemente de decir las palabras correctas o cumplir con ciertos rituales religiosos, sino de experimentar una transformación interna que nos lleve a alinearnos con la voluntad de Dios.
La justicia de Dios no se basa en superficialidades, sino en lo que sucede en nuestro interior. Es necesario que nuestros corazones y mentes sean transformados por el Espíritu Santo para recibir la gracia de Dios y vivir una vida de obediencia a Su voluntad. Este cambio de corazón y mente es esencial para experimentar la salvación verdadera y vivir una vida en comunión con Dios.
Las palabras vacías y la necesidad de una fe genuina en Jesús
Jesús advierte sobre la peligrosidad de pronunciar palabras vacías y vacías afirmaciones de fe. No es suficiente decir «Señor, Señor» sin tener una fe genuina en Jesús. Muchos pueden llamarlo Señor con sus labios, pero sus corazones están lejos de Él.
La fe genuina en Jesús se refleja en una vida de obediencia y entrega a Dios. No se trata solo de creer en su existencia o reconocerlo como Señor, sino de tener una relación personal con Él y seguir sus enseñanzas. La fe sincera se manifiesta en acciones y actitudes concretas que demuestran nuestro amor y compromiso con Cristo.
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El peligro de confiar en la religiosidad en lugar de la relación personal con Jesús
Muchos caen en el error de confiar en la religiosidad en lugar de tener una relación personal con Jesús. Se conforman con cumplir con rituales y normas religiosas, pero no tienen una verdadera conexión con Dios. Esto es lo que Jesús advierte en Mateo 7:21. No todos los que practican una forma de religiosidad serán salvos, sino aquellos que tienen una relación personal con Él.
La religiosidad puede llevarnos a confiar en nuestras propias obras y cumplimientos externos en lugar de la gracia de Dios. Nos hace centrarnos en las apariencias y en cumplir con ciertos requisitos externos, en lugar de buscar una verdadera relación con Jesús. Es por eso que debemos ir más allá de la religión y buscar una relación íntima con nuestro Salvador.
El llamado a abandonar la autosuficiencia y confiar en la gracia de Dios
La autosuficiencia es otro obstáculo que nos impide recibir la salvación. Muchos confían en sí mismos y en sus propias capacidades en lugar de confiar en la gracia de Dios. Piensan que pueden ganar su salvación a través de sus esfuerzos y buenas obras, pero esto es un engaño.
La gracia de Dios es un regalo gratuito que no podemos ganar por nuestros propios méritos. Es solo a través de la fe en Jesús que podemos recibir esta gracia y ser salvos. Debemos abandonar nuestra autosuficiencia y reconocer que necesitamos desesperadamente la gracia de Dios. Solo a través de Jesús podemos obtener la salvación y la vida eterna.
La advertencia de Jesús sobre las falsas enseñanzas y falsos profetas
En Mateo 7:15-20, Jesús advierte sobre los falsos profetas y las falsas enseñanzas. Nos insta a tener cuidado y discernimiento para no ser engañados por aquellos que se hacen pasar por maestros de la verdad. Jesús nos dice que podemos reconocerlos por sus frutos.
Los falsos profetas y las falsas enseñanzas pueden llevarnos por caminos erróneos y alejarnos de la verdadera fe en Jesús. Por eso, es importante estudiar la Palabra de Dios y estar atentos a aquellos que intentan distorsionarla o desviarla. Debemos estar alerta y no ser influenciados por aquellos que promueven enseñanzas contrarias a la verdad del Evangelio.
El llamado a examinar nuestras vidas en busca de la verdadera fe y obediencia
A la luz de estas advertencias de Jesús, es importante que cada uno de nosotros examine nuestras vidas en busca de la verdadera fe y obediencia. No basta con decir «Señor, Señor», sino que debemos demostrar nuestra fe a través de nuestras acciones diarias. ¿Estamos obedeciendo la voluntad de Dios? ¿Estamos buscando tener una relación personal con Jesús? ¿Nuestra fe se traduce en amor y servicio a los demás?
Es necesario reflexionar y evaluar nuestra vida espiritual de manera honesta y sincera. No debemos conformarnos con una fe superficial o una religiosidad vacía. Debemos buscar una relación profunda y genuina con Jesús y permitir que su Espíritu Santo nos transforme más y más a su imagen.
Conclusión: La importancia de vivir una vida de fe y obediencia genuinas para obtener la salvación
Decir «Señor, Señor» no es suficiente para obtener la salvación eterna. Jesús nos llama a hacer la voluntad del Padre y vivir una vida de obediencia y entrega a Él. No podemos confiar en nuestras propias obras o cumplimiento de la Ley para obtener la salvación, sino que debemos confiar en la gracia de Dios y tener una fe genuina en Jesús.
Es necesario que haya un cambio de corazón y mente, que nos lleve a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. No debemos caer en la trampa de la religiosidad o confiar en nuestra propia autosuficiencia, sino que debemos buscar una relación viva y personal con Jesús.
Jesús también nos advierte sobre el peligro de las falsas enseñanzas y falsos profetas. Debemos estar alerta y buscar discernimiento en todas las áreas de nuestra vida espiritual.
En última instancia, es importante examinar nuestras vidas en busca de una verdadera fe y obediencia. No basta con palabras vacías, sino que debemos mostrar nuestra fe a través de nuestras acciones y vivir una vida de amor y servicio a Dios y a los demás.
No todos serán salvos, a pesar de decir «Señor, Señor». Solo aquellos que hacen la voluntad del Padre, que tienen una fe genuina en Jesús y viven en obediencia a Su Palabra, heredarán el reino de los cielos.