La autoderecha según la Biblia: ¿qué enseña?

En la actualidad, se ha vuelto común escuchar el término «autoderecha». Pero, ¿qué es realmente la autoderecha y qué enseña la Biblia al respecto? La autoderecha es la actitud de autojustificación, en la cual una persona confía en su propia rectitud y se considera moralmente superior a los demás. Para entender mejor esta enseñanza, es importante explorar los orígenes bíblicos de la autoderecha, las enseñanzas de Jesús y las advertencias de Pablo sobre este peligroso punto de vista.

Orígenes bíblicos de la autoderecha

En la Biblia, encontramos varios ejemplos de personas que se consideraban justas por sí mismas y despreciaban a los demás. Un ejemplo claro de esto se encuentra en la parábola del fariseo y el publicano, donde Jesús ilustra la actitud de la autoderecha. En Lucas 18:9-14, Jesús relata cómo un fariseo, lleno de orgullo y autosuficiencia, se presenta ante Dios en oración y se glorifica a sí mismo por sus buenas obras. Por otro lado, el publicano, consciente de su pecado y su falta de méritos, se humilla delante de Dios y suplica su misericordia. Jesús nos enseña claramente que la actitud del fariseo es condenable y la del publicano es la correcta.

Enseñanzas de Jesús sobre la autoderecha

Jesús dejó claro en su enseñanza que la autoderecha es un engaño y una trampa espiritual. En Mateo 5:20, Jesús dice: «Porque os digo que si vuestra justicia no excede la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos». Con estas palabras, Jesús nos muestra que la justicia propia no es suficiente para alcanzar la salvación. Además, en Mateo 23:27, Jesús denuncia la hipocresía de los escribas y fariseos, quienes practicaban la autoderecha y se preocupaban más por las apariencias que por la verdadera transformación del corazón.

Advertencias de Pablo sobre la autoderecha

El apóstol Pablo también escribió sobre los peligros de la autoderecha. En Filipenses 3:9, Pablo expresa su deseo de «que sea hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe». Pablo comprendió que su propia justicia basada en las obras de la ley era insuficiente y que solo podía ser considerado justo a través de la fe en Jesucristo. En Romanos 10:3, Pablo advierte sobre aquellos que buscan establecer su propia justicia y rechazan la justicia que viene de Dios.

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Peligros y consecuencias de la autoderecha

La autoderecha no solo es una actitud equivocada en el ámbito espiritual, sino que también puede tener consecuencias negativas tanto para la persona que la practica como para aquellos que la rodean.

En primer lugar, la autoderecha genera un falso sentido de superioridad moral. La persona que se considera justa por sí misma tiende a menospreciar y juzgar a los demás, creyendo que está por encima de ellos. Esta actitud de desprecio puede generar divisiones y conflictos en las relaciones personales y comunitarias.

En segundo lugar, la autoderecha nos aleja de la gracia de Dios. Cuando nos confiamos en nuestra propia rectitud, perdemos de vista nuestra necesidad de la gracia y el perdón de Dios. Nos volvemos autosuficientes y orgullosos, creyendo que no necesitamos la misericordia divina. Esto nos impide experimentar la plenitud de la relación con Dios y la transformación interior que solo puede ser producida por su Espíritu.

En tercer lugar, la autoderecha obstaculiza nuestra capacidad de amar y perdonar. Al creer que somos justos por nosotros mismos, nos volvemos inflexibles ante los errores y pecados de los demás. Nos convertimos en jueces implacables en lugar de ser agentes de amor y reconciliación. Esta rigidez moral nos priva de experimentar la libertad y la alegría que proviene de perdonar y recibir perdón.

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La solución: depender de la gracia de Jesucristo

La solución a la autoderecha se encuentra en reconocer nuestra incapacidad para generar nuestra propia justicia aceptable para Dios. En lugar de confiar en nuestros propios méritos, debemos depender de la gracia y el sacrificio de Jesucristo. El apóstol Pablo lo expresa de manera contundente en Efesios 2:8-9: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe». Solo a través de la fe en Jesucristo podemos experimentar la verdadera justicia y reconciliación con Dios.

Al depender de la gracia de Jesucristo, reconocemos nuestra necesidad de perdón y nos humillamos delante de Dios. Nos volvemos sensibles al amor y la misericordia divina, y estamos dispuestos a perdonar a los demás como hemos sido perdonados. La gracia de Jesucristo nos transforma interiormente y nos capacita para amar y servir a los demás de manera desinteresada.

Conclusión

La autoderecha es una actitud equivocada basada en la confianza en nuestra propia rectitud, que la Biblia condena y advierte sobre sus peligros. Tanto Jesús como el apóstol Pablo nos enseñan que nuestra propia justicia no es suficiente para alcanzar la salvación y experimentar la plenitud de la vida en Dios. La solución se encuentra en depender de la gracia y el sacrificio de Jesucristo, reconociendo nuestra incapacidad y humillándonos delante de Dios. Al hacerlo, experimentamos la verdadera justicia que proviene de Dios y somos capacitados para amar y perdonar a los demás. Que esta enseñanza nos motive a abandonar la autoderecha y vivir en dependencia de la gracia de Jesucristo.

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