En el libro del Apocalipsis, encontramos una poderosa promesa de Dios que nos llena de alegría y esperanza: «He aquí, yo hago nuevas todas las cosas» (Apocalipsis 21:5, NVI). Este pasaje nos habla del cumplimiento de la promesa de Dios de crear un nuevo cielo y una nueva tierra, en los cuales no habrá más sufrimiento ni pecado. Es una promesa que impacta profundamente nuestra forma de vivir ahora y nos motiva a buscar vivir de acuerdo con la voluntad de Dios en nuestra vida diaria. Como nuevas creaciones en Cristo, anhelamos ver cómo Dios cumple su promesa de hacer todas las cosas nuevas. Veamos cómo este pasaje nos desafía a vivir con una perspectiva eterna y a anhelar la restauración total en Jesús.
La promesa de Dios de hacer todas las cosas nuevas
En el Apocalipsis, el apóstol Juan tuvo una visión de un nuevo cielo y una nueva tierra, donde no hay más llanto, ni clamor, ni dolor, ni muerte (Apocalipsis 21:4). Y en medio de esta visión maravillosa, escuchó la voz de Dios diciendo: «He aquí, yo hago nuevas todas las cosas» (Apocalipsis 21:5). Esta es la promesa de Dios, su declaración de que hará algo nuevo, algo diferente, algo que sobrepasa nuestra comprensión humana. Esta promesa nos llena de esperanza y nos anima a vivir con una perspectiva eterna, sabiendo que hay un futuro glorioso reservado para todos aquellos que confían en Jesús.
La esperanza de una nueva creación
La promesa de Dios de hacer todas las cosas nuevas es un recordatorio de que esta tierra actual no es nuestro destino final. Aunque vivimos en un mundo que está afectado por el pecado y el sufrimiento, tenemos la seguridad de que Dios está en control y tiene un plan para restaurar y renovar todas las cosas. Esta esperanza nos impulsa a vivir de acuerdo con los valores del Reino de Dios, sabiendo que un día seremos transformados en nuevas creaciones y seremos parte de la nueva creación que Dios está preparando. Es una esperanza que nos fortalece en medio de las dificultades y nos anima a perseverar en la fe.
Viviendo de acuerdo con la voluntad de Dios
Como nuevas creaciones en Cristo, nuestra respuesta a la promesa de hacer todas las cosas nuevas es buscar vivir de acuerdo con la voluntad de Dios en nuestras vidas. Esto implica buscar su guía a través de la lectura y estudio de su Palabra, la Biblia, y a través de la oración. Estas son herramientas vitales en nuestra espera, ya que nos permiten conocer más profundamente a Dios, entender su plan para nuestras vidas y recibir dirección en cada paso que damos. A medida que nos sumergimos en la Palabra de Dios y nos acercamos a él en oración, nos transformamos en su imagen y nos alineamos con sus propósitos.
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Además de estudiar la Palabra de Dios y orar, es importante buscar la comunión con otros creyentes. Jesús nos dio el mandamiento de amarnos los unos a los otros como él nos ha amado (Juan 13:34). Vivir en comunión con otros creyentes nos permite recibir apoyo, ánimo y consejo en nuestro caminar con Dios. También nos brinda la oportunidad de servir y edificar a otros. Es en la comunión con otros creyentes que experimentamos el amor y la unidad del cuerpo de Cristo, y encontramos consuelo y fortaleza en medio de las dificultades.
Sufrimiento por causa de Cristo
A medida que buscamos vivir de acuerdo con la voluntad de Dios y nos esforzamos por seguir a Jesús, es probable que enfrentemos persecución y sufrimiento. El mundo no siempre recibirá con agrado nuestro testimonio y nuestra fidelidad a Cristo. Sin embargo, podemos tomar consuelo en la promesa de Jesús de que en este mundo tendremos aflicciones, pero él ha vencido al mundo (Juan 16:33). Él es el que está haciendo todas las cosas nuevas y su promesa de renovar todas las cosas incluye el consuelo y la fortaleza que necesitamos en medio del sufrimiento.
La consolación de saber que este mundo no es nuestro destino final
En nuestra vida cotidiana, es común enfrentar dificultades, decepciones y sufrimiento. Pero como creyentes, podemos encontrar consuelo en la promesa de que este mundo no es nuestro destino final. Estamos esperando un nuevo cielo y una nueva tierra, donde no habrá más sufrimiento ni pecado. Sabiendo esto, podemos enfrentar cualquier situación con la certeza de que Dios está trabajando en todas las cosas para nuestro bien (Romanos 8:28). Nuestra esperanza en la restauración total de todas las cosas en Jesús nos sostiene y nos da la fortaleza para seguir adelante, incluso en medio de la adversidad.
Anhelando la restauración total en Jesús
Como creyentes, nuestro anhelo más profundo es ver la restauración total de todas las cosas en Jesús. Anhelamos el día en que todas las lágrimas serán enjugadas, donde no habrá más dolor ni muerte. Anhelamos vivir en un lugar donde reine la paz, la justicia y el amor. Y sabemos que este anhelo será cumplido cuando Jesús haga todas las cosas nuevas. Nuestra esperanza no está en este mundo temporal, sino en Jesús, que está haciendo todas las cosas nuevas y que nos espera con los brazos abiertos en el cielo.
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La promesa de Dios de crear un nuevo cielo y una nueva tierra nos invita a vivir con una perspectiva eterna y a anhelar la restauración total en Jesús. Como nuevas creaciones en Cristo, somos llamados a buscar vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, a estudiar su Palabra y a orar sin cesar. También es importante buscar la comunión con otros creyentes y estar dispuestos a sufrir por causa de Cristo. Aunque enfrentamos dificultades en esta vida, tenemos la esperanza de un futuro glorioso en el que Dios hará todas las cosas nuevas. Sigamos anhelando y esperando con fe en el cumplimiento de esta promesa, sabiendo que nuestro destino final está en las manos amorosas de Aquel que está haciendo todas las cosas nuevas.