La sabiduría es justificada por sus obras (Mateo 11:19)

La historia de Juan el Bautista en Mateo 11 es un claro ejemplo de cómo la sabiduría se justifica por sus obras. En este pasaje bíblico, vemos cómo Juan, a pesar de ser un profeta destacado y haber anunciado la venida del reino de Jesús, tuvo dudas mientras estaba en la cárcel y envió mensajeros para preguntar si Jesús era verdaderamente el esperado. La respuesta de Jesús a estas dudas nos enseña la importancia de confiar en la sabiduría de Dios y cómo sus acciones nos muestran su poder y gracia.

Contexto de Mateo 11

Mateo 11 se sitúa en un momento crucial en la vida de Jesús. Juan el Bautista había sido encarcelado por el rey Herodes Antipas debido a su valiente denuncia de la inmoralidad del gobernante. En la cárcel, Juan comenzó a tener dudas y envió a sus discípulos a preguntar a Jesús si él era verdaderamente el Mesías esperado o si debían esperar a otro.

La pregunta de Juan refleja el desconcierto que sentía en ese momento. Después de haber anunciado la llegada del reino de Dios y bautizar a Jesús en el río Jordán, es comprensible que Juan esperara que Jesús liberara a Israel del poder opresivo de Roma. Sin embargo, encontrarse encarcelado y sin señales evidentes de una revolución mesiánica pudo haber sembrado la duda en su mente.

La duda de Juan el Bautista

Juan el Bautista, a pesar de su firmeza y valentía para proclamar la venida del reino de Dios, no era inmune a las dudas. Es importante recordar que, aunque este hombre era un profeta enviado por Dios y estaba lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre, era también un ser humano sujeto a las debilidades y flaquezas propias de la condición humana.

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En este momento de duda, Juan decidió enviar a sus discípulos a preguntar a Jesús si era realmente el Mesías o si debían esperar a otro. Esta actitud humilde y sincera demuestra que Juan estaba dispuesto a cuestionar sus propias creencias y buscar la verdad, incluso si eso significaba poner en duda sus propias convicciones.

La respuesta de Jesús

La respuesta de Jesús a la pregunta de Juan fue una muestra de paciencia y comprensión hacia las dudas del Bautista. Jesús les dijo a los discípulos de Juan que informaran a su maestro sobre los milagros que estaban presenciando: los ciegos veían, los cojos caminaban, los leprosos eran sanados, los sordos oían y los muertos eran resucitados. Estos milagros eran señales evidentes de que Jesús era el Mesías prometido.

Jesús también citó el pasaje del libro de Isaías que hablaba sobre el enviado de Dios que vendría a traer buenas noticias, sanidad y liberación. Al hacerlo, Jesús estaba recordándole a Juan que él era el cumplimiento de las profecías y que sus obras eran una prueba clara de su identidad como Mesías.

La importancia de Juan el Bautista

Después de responder a la pregunta de Juan el Bautista, Jesús se dirigió a la multitud para destacar la importancia y el papel de Juan en la historia de la redención. Jesús elogió a Juan y dijo que no había nacido un hombre más grande que él entre los que habían nacido de mujer. Este elogio muestra el reconocimiento divino hacia el ministerio de Juan y su papel como precursor del Mesías.

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Juan fue el último profeta del antiguo pacto y el primero en anunciar la llegada del reino de Dios con el advenimiento de Jesús. Su mensaje de arrepentimiento y preparación para la venida del Mesías fue crucial para preparar el corazón de las personas para recibir al Salvador.

La sabiduría justificada por sus obras

La respuesta de Jesús a las dudas de Juan el Bautista nos enseña una verdad profunda: la sabiduría se justifica por sus obras. Es fácil para nosotros dudar y cuestionar, pero la evidencia de las obras de Dios en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea es un testimonio irrefutable de su sabiduría y poder.

Las obras de Jesús, como los milagros de sanidad y liberación, son un testimonio tangible de su autoridad divina. Estos milagros fueron cumplimiento de las profecías y demostraron que Jesús había venido a restaurar y redimir a la humanidad.

De la misma manera, nuestras obras y acciones deben ser un reflejo de la sabiduría de Dios en nuestras vidas. Si afirmamos tener fe en Dios, nuestras acciones deben demostrarlo. La sabiduría se manifiesta a través de nuestras obras de amor, compasión y justicia. Si nuestros actos contradicen nuestras palabras, nuestra sabiduría está en duda.

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La paciencia y gracia de Dios

El hecho de que Jesús respondiera a las dudas de Juan con paciencia y gracia es un recordatorio de que Dios es paciente con sus hijos, incluso cuando dudan. Juan, a pesar de su fe y dedicación, experimentó momentos de incertidumbre y Jesús no lo condenó por ello. En cambio, le recordó las obras que estaban teniendo lugar y confirmó su identidad como Mesías.

Esta paciencia y gracia de Dios se extiende a todos nosotros. Es natural tener dudas y cuestionamientos en nuestra fe, pero debemos recordar que Dios es paciente con nosotros y está dispuesto a responder nuestras preguntas. No debemos temer acercarnos a Dios con nuestras dudas, sino confiar en su amor y gracia.

La actitud de humildad ante los juicios

La historia de Juan el Bautista también nos enseña la importancia de mantener una actitud de humildad cuando se trata de hacer juicios sobre los demás. Jesús reprendió a aquellos que juzgaban tanto a Juan como a Él de manera inconsistente. Al hacerlo, Jesús nos invita a ser cautelosos al emitir juicios precipitados y a reconocer nuestra propia necesidad de gracia.

Cuando juzgamos a los demás sin conocer verdaderamente sus motivos y circunstancias, corremos el riesgo de caer en la arrogancia y el orgullo. La humildad nos permite reconocer nuestras propias limitaciones y estar dispuestos a aprender de los demás. Al igual que Jesús tuvo paciencia con las dudas de Juan, debemos tener paciencia y gracia hacia los demás mientras buscamos comprender su situación.

Conclusión

La historia de Juan el Bautista en Mateo 11 nos enseña valiosas lecciones sobre la importancia de confiar en la sabiduría de Dios y cómo sus obras nos muestran su poder y gracia. Las dudas de Juan nos recuerdan que incluso los más fieles seguidores de Dios pueden experimentar momentos de incertidumbre, pero la respuesta de Jesús nos muestra que la evidencia de las obras de Dios en nuestro mundo es una prueba irrefutable de su sabiduría.

Además, la paciencia y gracia de Dios hacia Juan durante sus momentos de duda nos recuerda que Dios es paciente con nosotros cuando enfrentamos nuestras propias preguntas y luchas de fe. Debemos acercarnos a Dios con humildad y confianza, reconociendo nuestras limitaciones y buscando su sabiduría en nuestras vidas.

Finalmente, debemos recordar la importancia de mantener una actitud de humildad al hacer juicios sobre los demás. Como seguidores de Cristo, debemos ser cautelosos al emitir juicios precipitados y estar dispuestos a aprender de los demás. La humildad nos permite reconocer nuestra necesidad de gracia y estar abiertos a la sabiduría de Dios en nuestras vidas. La sabiduría se justifica por sus obras y debemos buscar vivir de acuerdo con esta verdad.