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La herejía es un concepto que ha estado presente a lo largo de la historia de la iglesia y que tiene sus bases en las enseñanzas bíblicas. En la Biblia, la herejía se define como la afirmación de una opinión religiosa que contradice el dogma aceptado por la iglesia. A lo largo de los siglos, la herejía ha sido objeto de controversia y división en la iglesia, y ha sido motivo de persecución y castigo para aquellos considerados herejes.
Definición de herejía según la Biblia
En la Biblia, la palabra «herejía» se deriva del término griego «hairesis», que significa «elección» o «partido». En el contexto religioso, se refiere a una elección o adherencia a una doctrina o enseñanza distinta a la aceptada por la iglesia. La herejía implica una desviación de la verdad revelada por Dios y puede llevar a la división y la confusión dentro de la comunidad de creyentes.
La herejía se considera un pecado grave y es altamente condenada en la Biblia. En el libro de Gálatas, el apóstol Pablo advierte sobre los falsos maestros que promueven enseñanzas distorsionadas del evangelio y los llama «herejes». Pablo enfatiza la importancia de mantenerse firmes en la verdad y rechazar cualquier enseñanza contraria al evangelio.
La herejía en la historia de la iglesia
La historia de la iglesia está marcada por numerosos casos de herejía. Desde los primeros siglos del cristianismo, surgieron diferentes corrientes de pensamiento teológico que fueron consideradas herejías por la iglesia establecida. Algunas de las herejías más conocidas incluyen el arrianismo, el nestorianismo, el donatismo y el gnosticismo.
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El arrianismo fue una herejía que negaba la divinidad de Jesucristo y enseñaba que era una criatura creada por Dios. Esta herejía fue condenada en el Concilio de Nicea en el año 325 d.C., donde se afirmó la existencia de la Trinidad y se reafirmó la divinidad de Jesús.
El nestorianismo, por otro lado, negaba la unión entre la naturaleza divina y humana de Jesucristo. Esta herejía fue condenada en el Concilio de Éfeso en el año 431 d.C., y se afirmó que Jesús es una sola persona con dos naturalezas: divina y humana.
El donatismo fue una herejía que surgio en el norte de África en el siglo IV y enseñaba que solo aquellos que no habían renunciado a su fe durante las persecuciones romanas podían ser considerados como verdaderos cristianos. Esta herejía fue condenada y se afirmó que la validez de los sacramentos no depende de la santidad del ministro que los administra.
El gnosticismo fue una herejía que negaba la encarnación de Jesucristo y enseñaba que la salvación se alcanzaba a través del conocimiento espiritual secreto. Esta herejía fue condenada y se afirmó que la salvación se obtiene a través de la fe en Jesús y su muerte y resurrección.
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Las enseñanzas de Jesús y la herejía
Según las enseñanzas de Jesús, la herejía es un peligro para la iglesia y puede llevar a la división y la confusión entre los creyentes. Jesús advirtió sobre los falsos profetas y maestros que surgirían y engañarían a muchos. En el Evangelio de Mateo, Jesús dice: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces» (Mateo 7:15).
Jesús dejó claro que la verdad es fundamental y que todo aquel que enseñe cosas contrarias a su palabra está en peligro de caer en la herejía. En el Evangelio de Juan, Jesús dice: «Si permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8:31-32).
Además, en el Evangelio de Marcos, Jesús advierte sobre el peligro de poner enseñanzas humanas por encima de la Palabra de Dios. Él dice: «Dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres» (Marcos 7:8). Jesús enfatiza la importancia de aferrarse a la verdad revelada por Dios y no dejarse llevar por enseñanzas falsas.
Las consecuencias de la herejía en la iglesia
La herejía puede tener graves consecuencias en la iglesia. Cuando las enseñanzas erróneas se difunden y se aceptan, puede haber divisiones y conflictos entre los creyentes. La herejía puede crear confusión y alejamiento de la verdad, lo que resulta en una debilitación de la fe y el testimonio de la iglesia.
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Además, la herejía puede llevar a la desviación del propósito y la misión de la iglesia. En lugar de predicar el amor y la redención de Jesús, los herejes pueden promover enseñanzas que distorsionan el evangelio y alejan a las personas de la verdad salvadora.
En la historia de la iglesia, las herejías han sido motivo de luchas y conflictos que han causado divisiones y separaciones. Las disputas teológicas han llevado a la formación de diferentes denominaciones y grupos dentro del cristianismo, lo que ha debilitado la unidad y el testimonio de la iglesia.
Cómo tratar con los herejes según la Biblia
La Biblia nos ofrece directrices claras sobre cómo tratar con los herejes. En primer lugar, se nos insta a corregir al hereje y a enseñarle la verdad. En la epístola de Judas, se nos dice: «Reprended a los que causan divisiones, para que estén sanos en la fe» (Judas 1:23). El objetivo principal es corregir al hereje y restaurar la verdad en su vida.
Sin embargo, si el hereje no muestra disposición para escuchar y cambiar su postura, se nos dice que debemos apartarnos de él. En el Evangelio de Mateo, Jesús dice: «Si no os reciben ni os escuchan, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies» (Mateo 10:14). Esto significa que debemos separarnos de aquellos que persisten en la herejía y no están dispuestos a arrepentirse.
Además, se nos advierte sobre el peligro de involucrarnos en disputas y discusiones estériles. En la epístola de Tito, el apóstol Pablo dice: «Evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho» (Tito 3:9). En lugar de perder tiempo en debates infructuosos, debemos enfocarnos en la edificación mutua y el crecimiento espiritual.
Las actitudes para protegernos de la herejía
Para protegernos de la herejía, es importante tener ciertas actitudes y prácticas en nuestra vida como creyentes. En primer lugar, debemos cultivar una actitud de humildad y reconocer nuestra dependencia de Dios y su palabra. La humildad nos permite estar abiertos a la corrección y a recibir enseñanzas que nos ayuden a crecer espiritualmente.
Además, debemos tener un amor ferviente por la verdad de Dios. En el Salmo 119, el salmista expresa su amor por la ley de Dios y su deseo de vivir de acuerdo con sus preceptos. El amor por la verdad nos impulsa a estudiar la Biblia y a discernir entre lo verdadero y lo falso.
Asimismo, debemos ser sumisos a la autoridad y enseñanza de la iglesia. En la epístola a los Hebreos, se nos exhorta a obedecer a nuestros líderes espirituales y a seguir sus enseñanzas. Esto nos protege de caer en enseñanzas erróneas y nos ayuda a mantenernos firmes en la verdad revelada por Dios.
Finalmente, debemos estar alertas y vigilantes ante las enseñanzas falsas que puedan surgir en la iglesia. En el libro de Apocalipsis, Jesús advierte a la iglesia de Pérgamo sobre las enseñanzas de los nicolaítas, quienes promovían prácticas inmorales y corruptas. Jesús exhorta a la iglesia a arrepentirse y a apartarse de estas enseñanzas falsas.
Conclusiones y reflexiones finales sobre la herejía según la Biblia
La herejía es la afirmación de una opinión religiosa que contradice el dogma aceptado por la iglesia. Según la Biblia, la herejía es negar las enseñanzas de Jesús y puede llevar a divisiones y conflictos en la iglesia. La Biblia nos enseña a tratar de corregir al hereje, pero si no está dispuesto a escuchar, se le debe apartar de la comunidad de creyentes.
Para protegernos de la herejía, es importante tener una actitud de humildad, amor ferviente por la verdad de Dios, sumisión a la autoridad de la iglesia y estar alertas ante enseñanzas falsas. Debemos aferrarnos a la verdad revelada por Dios y rechazar cualquier enseñanza contraria al evangelio de Jesús.
La herejía ha sido un desafío para la iglesia a lo largo de la historia, pero con una base sólida en la Palabra de Dios y una actitud vigilante, podemos protegernos y mantenernos firmes en la verdad. Recordemos las palabras del apóstol Pablo en la epístola a los Efesios: «por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes» (Efesios 6:13).