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¿Qué es la plenitud de Dios? Esta es una pregunta que ha intrigado a muchos a lo largo de la historia. La plenitud de Dios se refiere a la totalidad de quien Él es. Es la naturaleza completa de Dios, que abarca todos sus atributos, su carácter, su perfección y su santidad. En Efesios 3:19, Pablo nos dice que la meta del creyente es ser «llenos de toda la plenitud de Dios». Pero, ¿qué significa exactamente esto? En este artículo, exploraremos en detalle el concepto de la plenitud de Dios, y cómo podemos experimentarla en nuestras vidas.
La naturaleza completa de Dios
Dios es infinito y eterno. No tiene principio ni fin, y no hay límites en su existencia. Como ser omnisciente, Dios posee todo el conocimiento y la sabiduría absoluta. Es omnipotente, es decir, tiene todo el poder y la autoridad sobre todas las cosas. Además, Dios es tres personas en una: el Padre, el Hijo (Jesucristo) y el Espíritu Santo. En cada una de estas personas, se encuentran la plenitud de los atributos divinos.
La plenitud de Dios también incluye su amor infinito y su gracia sin límites. A pesar de que somos pecadores y estamos separados de Él, Dios nos ama de manera incondicional y está dispuesto a perdonarnos y restaurarnos. Su gracia y misericordia son abundantes y nos dan la oportunidad de tener una relación con Él.
El papel de Jesucristo en la plenitud de Dios
Jesucristo es el centro de la plenitud de Dios. En Juan 1:14, se nos dice que «la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros». Jesús, siendo Dios en forma humana, reveló plenamente la naturaleza de Dios a través de su vida, su ministerio y su muerte en la cruz.
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Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. A través de su sacrificio en la cruz, nos reconcilió con Dios y nos dio la oportunidad de experimentar la plenitud de Dios en nuestras vidas. En Colosenses 2:9-10, Pablo nos dice que «en Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad», y que nosotros, como creyentes en Cristo, hemos sido «hechos completos» en Él.
La experiencia de los creyentes en la plenitud de Dios
Como creyentes en Cristo, tenemos el privilegio de experimentar la plenitud de Dios en nuestras vidas. Esto implica ser llenos de sus atributos y carácter divino. Esto no significa que nos volvamos deidades, sino que nos identifiquemos con Cristo y nos conformemos a su imagen.
Cuando estamos llenos de la plenitud de Dios, experimentamos su paz, su gozo, su amor y su poder en nuestras vidas. Somos transformados en nuestro ser interior y vivimos de una manera que glorifica a Dios. Dios se convierte en el centro de nuestras vidas y vivimos de acuerdo a su voluntad y propósito.
Cómo pedir a Dios que nos llene con su plenitud
Si deseamos ser llenos de la plenitud de Dios, es importante que nos acerquemos a Él en oración y le pidamos que nos llene con su Espíritu Santo. Cuando reconocemos nuestra necesidad de Él y clamamos por su presencia en nuestras vidas, Él nos llena y nos capacita para vivir de acuerdo a su voluntad.
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Es necesario que estemos dispuestos a someternos a la dirección y el control de Dios en todas las áreas de nuestra vida. Esto implica renunciar a nuestro propio orgullo y buscar una relación íntima con Él. Al estudiar su Palabra, pasar tiempo en oración y buscar su voluntad, crecemos en nuestra relación con Dios y experimentamos cada vez más su plenitud en nuestra vida diaria.
La promesa de Dios de completar su obra en nosotros
Dios nos ha prometido completar la obra que ha comenzado en nosotros. En Filipenses 1:6, Pablo nos dice que «estoy seguro de esto, que aquel que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo». Esta es una promesa maravillosa que nos asegura que Dios no nos dejará a medias.
A medida que nos rendimos completamente a la obra del Espíritu Santo en nosotros, Dios nos transforma cada vez más a su imagen. Nos capacita para superar las debilidades y los pecados que nos impiden vivir en plenitud. Nos guía en su camino de justicia y nos fortalece para enfrentar los desafíos que se presentan en nuestras vidas.
Invitación a tener una nueva relación con Dios a través de Jesús
Si aún no has experimentado la plenitud de Dios en tu vida, te invito a considerar tener una nueva relación con Dios a través de Jesucristo. Jesús dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí» (Juan 14:6). Él es el único mediador entre Dios y los hombres, y a través de él podemos tener acceso a la plenitud de Dios.
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Si deseas tener una relación personal con Dios, puedes hacerlo hoy mismo. Simplemente confiesa tus pecados a Dios, reconoce tu necesidad de un salvador y pídele a Jesús que entre en tu vida. Él te perdonará y te llenará con su Espíritu Santo, permitiéndote experimentar la plenitud de Dios en tu vida.
La plenitud de Dios es la naturaleza completa de quien Él es. A través de Jesucristo, tenemos la oportunidad de experimentar y ser llenos de su plenitud. Como creyentes en Cristo, podemos pedir a Dios que nos llene con su Espíritu Santo y nos capacite para vivir de acuerdo a su voluntad y propósito. Confiamos en la promesa de Dios de completar la obra que ha comenzado en nosotros, y nos rendimos a su dirección y control en nuestras vidas. Si aún no tienes una relación personal con Dios, te invitamos a considerar tener una nueva relación con Él a través de Jesucristo. Él te espera con los brazos abiertos, listo para llenarte con su plenitud y darte una vida transformada.