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El significado de estar sentados en lugares celestiales, según Efesios 2:6, es una verdad profunda y maravillosa que se encuentra en la Biblia. Es un concepto que puede resultar difícil de entender desde una perspectiva humana, ya que normalmente asociamos el cielo con un lugar físico y el acto de estar sentados con una postura física. Sin embargo, esta metáfora nos invita a entender la realidad espiritual que hemos experimentado como creyentes en Jesucristo.
Desde la perspectiva divina, ser «sentados en lugares celestiales» implica una posición de autoridad y privilegio que tenemos como hijos de Dios. Es una imagen poderosa que representa nuestra unión con Jesús y nuestra identificación con Él en Su vida resucitada. Como creyentes, hemos sido redimidos y reconciliados con Dios a través de la muerte y resurrección de Jesús. Esto nos permite participar de Su vida divina y compartir Su posición en los lugares celestiales.
La perspectiva humana vs. la perspectiva divina
Desde una perspectiva humana, puede resultar difícil de comprender esta realidad espiritual. Nos encontramos limitados por nuestros sentidos y nuestra comprensión terrenal. Para nosotros, el cielo es un lugar inalcanzable y desconocido. Sin embargo, desde la perspectiva divina, estas limitaciones no existen. Dios nos invita a experimentar y vivir en Su reino aún estando en la tierra.
Desde la perspectiva divina, somos llamados a ver más allá de lo que nuestros ojos pueden ver y a confiar en la palabra de Dios. Él nos promete que estamos sentados en lugares celestiales junto con Jesús y que participamos de Su autoridad y poder. Nos llama a vivir en esta realidad espiritual y a caminar en santidad y victoria, haciéndonos conscientes de nuestra verdadera identidad en Cristo.
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La redención y la unión con Jesucristo
La realidad de estar sentados en lugares celestiales es posible gracias a la redención que tenemos en Jesucristo. A través de Su muerte en la cruz, Jesús nos ha liberado del poder del pecado y de la muerte. Hemos sido rescatados de la esclavitud del pecado y hemos sido reconciliados con Dios a través de Su sangre derramada.
Al creer en Jesús y recibirle como nuestro Salvador y Señor, somos unidos con Él en Su vida resucitada. Nuestra vieja naturaleza es crucificada con Él y recibimos una nueva naturaleza divina. Esta unión con Jesús nos capacita para vivir en comunión con Dios y experimentar Su amor, paz y gozo. Estamos unidos con Él en todos los aspectos y compartimos Su posición en los lugares celestiales.
Compartiendo la posición de Jesús en los lugares celestiales
Como creyentes, somos llamados a vivir en la realidad de nuestra posición en los lugares celestiales. Esto implica reconocer y afirmar nuestra identidad en Cristo. Al estar sentados con Él en los lugares celestiales, compartimos Su autoridad y poder. Somos más que vencedores y tenemos acceso a todas las bendiciones espirituales y privilegios del cielo.
Nuestra posición en los lugares celestiales nos capacita para caminar en victoria sobre el pecado, la enfermedad y el poder del enemigo. No estamos limitados por las circunstancias terrenales, sino que podemos experimentar y manifestar el reino de Dios aquí en la tierra. Estamos llamados a gobernar y reinar con Jesús, llevando Su luz y Su amor a todas las áreas de nuestra vida y a las personas que nos rodean.
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El poder de Dios para hacer posible esta realidad
La realidad de estar sentados en lugares celestiales es posible gracias al poder de Dios. Es a través de Su gracia y amor inmerecidos que hemos sido liberados y redimidos. Dios nos ha dado Su Espíritu Santo como garantía de nuestra herencia futura y como poder para vivir en esta realidad espiritual.
El Espíritu Santo, que mora en nosotros, nos capacita para caminar en integridad y santidad. Él nos guía y nos fortalece, renovando nuestras mentes y transformando nuestro carácter a imagen de Cristo. Es por Su poder que podemos resistir las tentaciones del diablo y vivir una vida de obediencia y servicio a Dios.
Acceso a las bendiciones espirituales y privilegios del cielo
Como creyentes, tenemos acceso a todas las bendiciones espirituales y privilegios del cielo a través de nuestra posición en los lugares celestiales. Esto incluye la comunión íntima con Dios, la paz que sobrepasa todo entendimiento, el gozo que es indecible y lleno de gloria, la sabiduría divina, la provisión sobrenatural, la sanidad y todas las demás promesas de Dios.
No tenemos que esperar a estar en el cielo para disfrutar de estas bendiciones. Podemos experimentarlas aquí y ahora, en medio de nuestras circunstancias terrenales. Dios nos invita a acercarnos a Él con confianza y a pedirle todas las cosas que necesitamos. Él es un Padre amoroso que se preocupa por nosotros y desea concedernos todo lo que necesitamos para vivir una vida plena y abundante en Cristo.
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Resistiendo las trampas del diablo mediante el poder de Dios
Al vivir en esta realidad de estar sentados en lugares celestiales, estamos equipados para resistir las trampas y tentaciones del diablo. El enemigo de nuestras almas desea robar, matar y destruir, pero en Cristo tenemos autoridad y poder para resistirle.
La armadura de Dios, descrita en Efesios 6:10-18, nos ayuda a mantenernos firmes y a resistir los ataques del enemigo. A través de la verdad, la justicia, el evangelio de paz, la fe, la salvación, la palabra de Dios y la oración, podemos vencer las estrategias del diablo. Dios nos da la capacidad de discernir y rechazar las mentiras del enemigo, afirmando nuestra verdadera identidad en Cristo y resistiendo todas las formas de maldad.
Conclusión
Estar sentados en lugares celestiales es una verdad maravillosa que nos invita a vivir en la realidad espiritual que tenemos en Cristo. Es una invitación a experimentar y disfrutar de todas las bendiciones espirituales y privilegios del cielo aquí y ahora. A través de nuestra unión con Jesús, compartimos Su posición en los lugares celestiales y tenemos acceso al poder de Dios para resistir las trampas del diablo.
Como creyentes, seamos conscientes de esta realidad y vivamos en conformidad con nuestra verdadera identidad en Cristo. Caminemos en fe y en comunión con Dios, disfrutando de Su amor, paz y gozo. Resistamos las tentaciones del enemigo y manifestemos el reino de Dios en todas las áreas de nuestra vida.
Recordemos siempre que nuestra verdadera identidad está en Cristo y que estamos sentados con Él en los lugares celestiales. Esto es posible gracias al poder de Dios y a Su gracia inmerecida. Aprovechemos esta verdad y vivamos de acuerdo con ella, manifestando la gloria de Dios en todo momento.