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El tema del placer y su relación con la visión bíblica es un tema que ha generado controversia a lo largo de los tiempos. Algunos argumentan que el placer y el disfrute son conceptos opuestos a la voluntad de Dios, mientras que otros sostienen que Dios desea que disfrutemos de las bendiciones que nos ha dado. En este artículo, exploraremos la visión bíblica del placer y examinaremos cómo está intrínsecamente ligado a la creación divina. También analizaremos los límites y el propósito del placer, así como la invitación que Dios nos hace para buscar la satisfacción completa en Él. Al final, llegaremos a una conclusión que nos ofrecerá un enfoque equilibrado sobre el disfrute humano.
Placer y creación: La intención divina
En la Biblia, encontramos que Dios creó todas las cosas y declaró que eran buenas. El libro de Génesis nos revela que Dios disfrutó creando el mundo y todo lo que hay en él. Eso implica que el placer y el disfrute no son conceptos extraños para Dios, sino que forman parte de su naturaleza misma.
Cuando Dios creó al ser humano, lo hizo a su imagen y semejanza, y le dio un mandato: «Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla» (Génesis 1:28). Esto implica que Dios deseaba que sus criaturas humanas experimentaran el gozo de la relación y la unión con él, así como también que gozaran de la abundancia de la creación que les rodeaba.
El problema del placer mal dirigido
Sin embargo, el placer puede convertirse en un problema cuando se desvía de su propósito original. La historia del pecado en el libro de Génesis nos muestra cómo Adán y Eva, influenciados por la serpiente, buscaron el placer y el conocimiento en desobedecer a Dios y comer del árbol prohibido. Esta desviación del placer llevó a la entrada del pecado y la consecuente separación entre el hombre y Dios. Desde entonces, el placer mal dirigido ha llevado a la destrucción y al sufrimiento humano.
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A pesar de las consecuencias del pecado, la Biblia nos enseña que Dios todavía desea que disfrutemos de las bendiciones que nos ha dado. El libro de Eclesiastés nos habla de la brevedad de la vida y nos anima a gozar y disfrutar de las cosas buenas que Dios nos ofrece. El apóstol Pablo, en su carta a Timoteo, nos dice que Dios «nos da con abundancia todas las cosas para que las disfrutemos» (1 Timoteo 6:17). Esto muestra claramente que Dios quiere que disfrutemos de su creación y experimentemos alegría en ella.
Los límites del disfrute: Consideraciones bíblicas
Aunque Dios desea que disfrutemos de su creación, también nos da pautas y límites para nuestro disfrute. La Biblia nos enseña que no debemos buscar nuestra satisfacción en el pecado y en las cosas que son contrarias a la voluntad de Dios. Las prácticas sexuales promiscuas, el consumo excesivo de alcohol y drogas, la codicia desmedida y la idolatría son solo algunos ejemplos de los placeres que Dios desaprueba.
El apóstol Pablo, en su carta a los Corintios, nos advierte sobre la importancia de glorificar a Dios en nuestro cuerpo y de no permitir que el pecado y el placer egoísta tengan dominio sobre nosotros. En lugar de eso, debemos buscar el placer que proviene de una relación íntima y personal con Dios, y de vivir de acuerdo a sus enseñanzas.
Renunciar al placer temporal por el gozo eterno
A veces, disfrutamos de cosas que nos brindan placer pero que a largo plazo pueden resultar dañinas para nosotros. La Biblia nos insta a renunciar a estas cosas temporales y efímeras en pos de algo mucho mejor: un gozo eterno en la presencia de Dios. Jesús mismo nos invita a negarnos a nosotros mismos y tomar nuestra cruz para seguirlo (Mateo 16:24). Esto implica renunciar a placeres pecaminosos y egoístas en busca de una satisfacción más profunda y duradera en Dios.
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La Biblia nos enseña que existe un placer supremo que solo puede encontrarse en Dios. El salmista nos dice: «En tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre» (Salmo 16:11). Dios nos invita a buscar nuestro placer en Él, sabiendo que solo en su presencia encontraremos satisfacción completa. Esto no significa que no podamos disfrutar de las cosas buenas de la vida, sino que el gozo que encontramos en Dios debe ser la fuente principal y última de nuestro placer.
Abundancia y placer en el reino de Dios
Jesús nos habló del reino de Dios como un lugar de abundancia y alegría. En el libro de Lucas, Jesús compara el reino de Dios con un banquete de bodas al que todos están invitados (Lucas 14:15-24). Esta imagen nos muestra que en el reino de Dios hay un gozo y una satisfacción que trascienden cualquier placer terrenal. En este reino, encontramos plenitud y regocijo en la presencia de Dios y en la comunión con nuestros hermanos y hermanas en la fe. Este es el destino último y final para aquellos que buscan a Dios y encuentran en Él su deleite.
Conclusiones: Un enfoque equilibrado sobre el disfrute humano
La visión bíblica del placer no es una negación del disfrute humano, sino una invitación a encontrar nuestro gozo en Dios y a disfrutar de las cosas buenas que Él ha creado. El placer no es malo en sí mismo, pero puede desviarse y convertirse en un ídolo cuando lo colocamos por encima de Dios y de su voluntad. La Biblia nos insta a disfrutar de las bendiciones de Dios dentro de los límites que Él ha establecido y a buscar en Él la satisfacción completa que ningún placer terrenal puede proporcionar. Que podamos vivir en la plenitud del gozo que solo podemos encontrar en Dios, y que al hacerlo, glorifiquemos su nombre y experimentemos la plenitud y la abundancia que Él nos ha prometido.
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