La escondida identidad en Cristo – una reflexión en Colosenses 3:3

El apóstol Pablo escribió la carta a los colosenses para recordarles y enfatizarles la importancia de su identidad en Cristo. En el capítulo 3, versículo 3, podemos encontrar una poderosa declaración: «Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios». En este artículo, exploraremos en detalle el significado y la importancia de estar escondidos en Cristo, y cómo esta verdad transforma nuestra vida como creyentes.

Morir y resucitar con Cristo

Para comprender plenamente nuestra identificación con Cristo, debemos reconocer el hecho de que hemos muerto y resucitado con Él. En el momento en que recibimos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, nuestra antigua naturaleza pecaminosa fue crucificada con Él en la cruz. Ya no somos esclavos del pecado, sino libres para vivir una vida que agrada a Dios. Esta muerte y resurrección con Cristo implica una transformación radical en nuestro ser, un cambio de vida completo.

Poder del pecado roto

Una de las implicaciones más poderosas de estar escondidos con Cristo es que el poder del pecado sobre nuestras vidas ha sido completamente roto. Antes de nuestra identificación con Cristo, estábamos atrapados en un ciclo interminable de lucha contra la tentación y la culpa del pecado. Sin embargo, ahora tenemos acceso al poder del Espíritu Santo, que nos capacita para resistir la tentación y vivir una vida santa. Cuando nos escondemos en Cristo, encontramos la fuerza y el poder para superar cualquier pecado que nos asalta y caminar en la victoria.

Bautizados en el cuerpo de Cristo a través del Espíritu Santo

En nuestra identificación con Cristo, también somos bautizados en su cuerpo a través del Espíritu Santo. Esto significa que formamos parte de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo en la tierra. No somos meros individuos aislados, sino una parte vital de una comunidad de creyentes que comparten la misma identidad en Cristo. A través de este bautismo en el cuerpo de Cristo, experimentamos unión y comunión con otros seguidores de Jesús, encontrando apoyo, compañerismo y aliento en nuestra caminata espiritual.

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Una nueva vida en Cristo, libres del pecado

Al escondernos en Cristo, somos liberados del poder del pecado y comenzamos una nueva vida en Él. Nuestra antigua forma de vivir, caracterizada por la gratificación de nuestros deseos pecaminosos, ha quedado atrás. Ahora, somos llamados a vivir una vida que refleje la santidad y el amor de nuestro Señor. En lugar de seguir los impulsos de nuestra antigua naturaleza, somos habilitados por el Espíritu Santo para vivir según la nueva naturaleza que hemos recibido en Cristo. Esta nueva vida nos permite experimentar un gozo y una paz profundos que solo pueden encontrarse en Él.

Esperanza de compartir en la gloria futura de Cristo

Otra bendición de estar escondidos con Cristo es la esperanza de compartir en su gloria futura. Aunque aún no hemos visto plenamente la manifestación de toda la gloria de Cristo, tenemos la seguridad de que un día seremos glorificados juntamente con Él. Esta esperanza nos impulsa a vivir con integridad y fidelidad en el presente, sabiendo que nuestra realidad actual es solo una antesala de la gloria venidera. Nuestro sufrimiento y luchas en esta vida terrenal palecerán en comparación con la eternidad que nos espera en la presencia de nuestro Salvador.

Nuevas creaciones en la imagen de Cristo

Al escondernos en Cristo, somos transformados en nuevas creaciones en su imagen. Nuestra antigua identidad pecaminosa ha sido reemplazada por una nueva identidad en Él. Ahora llevamos su imagen en nosotros y somos llamados a reflejar su carácter y amor a aquellos que nos rodean. En lugar de conformarnos a los patrones y valores del mundo, somos llamados a vivir de acuerdo a la imagen de nuestro Salvador. Esto implica amar a nuestros enemigos, perdonar a aquellos que nos han herido y buscar la justicia y la misericordia en todas nuestras acciones.

La transformación continua del creyente

Aunque hemos sido transformados en nuevas criaturas en Cristo, la obra de transformación en nuestras vidas está lejos de terminar. Ser escondidos con Cristo implica un proceso continuo de ser moldeados y transformados por el Espíritu Santo. A medida que nos rendimos a su obra en nosotros, vemos cómo nuestros pensamientos, actitudes y acciones son renovados a la imagen de Cristo. Esta transformación no siempre es fácil y puede implicar desafíos y pruebas, pero el resultado final es una vida que refleja cada vez más la belleza y el carácter de nuestro Señor.

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Vivir apartados del pecado y ponerse una nueva naturaleza en Cristo

Al estar escondidos con Cristo, somos llamados a vivir apartados del pecado y a revestirnos de una nueva naturaleza en Él. Esto implica una renovación constante de nuestro pensamiento y una disociación consciente de las obras de la carne. En lugar de buscar la gratificación de nuestros deseos pecaminosos, debemos esforzarnos por vivir una vida que honre y agrade a Dios. Esto requiere una dependencia diaria del Espíritu Santo y una conciencia constante de nuestra identidad en Cristo.

La seguridad eterna del creyente al estar escondidos con Cristo

Una de las bendiciones más gloriosas de estar escondidos con Cristo es la seguridad eterna que tenemos en Él. Una vez que nos hemos entregado a Jesús y confiado en su obra salvadora, somos sellados con el Espíritu Santo como garantía de nuestra salvación. Ya no hay condenación para los que están en Cristo Jesús. A pesar de nuestras debilidades y fracasos, podemos tener la certeza de que somos amados y aceptados por Dios debido a nuestra unión con Cristo. Nada puede separarnos de su amor y ninguna fuerza en el cielo o en la tierra puede arrebatar nuestra salvación.

La dimensión secreta de la vida espiritual del creyente

Estar escondidos con Cristo también implica una dimensión secreta de nuestra vida espiritual. Si bien la realidad de nuestra identificación con Cristo es una verdad absoluta y objetiva, hay aspectos de esta realidad que solo son comprendidos y experimentados en nuestra intimidad con Él. En los momentos de adoración, oración y meditación en la Palabra de Dios, somos llevados a una comunión profunda con nuestro Salvador. Es en esta comunión secreta que descubrimos más de su amor, su gracia y su voluntad para nuestras vidas. Es en esta intimidad con Cristo que nuestra fe se fortalece y nuestra identidad en Él se arraiga más profundamente.

La revelación y recompensa futura de los redimidos con la corona de justicia

Finalmente, aquellos que están escondidos con Cristo no solo son revelados en la presencia de Dios, sino que también son recompensados con la corona de justicia. En el futuro, cuando Jesús regrese en gloria, los redimidos serán presentados delante de Él y recibirán su recompensa eterna por su fidelidad y servicio en esta vida. Esta corona de justicia no es un premio que se gana por nuestros propios méritos, sino un regalo de la gracia de Dios. Es un testimonio de su amor fiel y su fidelidad para con aquellos que han sido fieles a Él.

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Conclusión

Estar escondidos con Cristo es mucho más que una simple etiqueta o identidad superficial. Es una realidad profunda y transformadora que afecta cada aspecto de nuestra vida como creyentes. En Cristo, encontramos libertad del poder del pecado, una nueva identidad en Él, una esperanza segura de gloria futura y una transformación continua en su imagen. Nuestra seguridad eterna y la dimensión secreta de nuestra vida espiritual son evidencias de esta realidad. Así que aprovechemos al máximo nuestra identificación con Cristo, viviendo como nuevas creaciones en Él y buscando la recompensa eterna que nos espera.