Profetas y apóstoles en la Iglesia: ¿Qué dice la Biblia?

El tema de los apóstoles y profetas en la Iglesia siempre ha sido motivo de discusión y debate. Algunos afirman que estos cargos existen todavía en la actualidad, mientras que otros sostienen que fueron limitados a los tiempos del primer siglo. ¿Qué dice la Biblia al respecto? En este artículo, exploraremos los antecedentes históricos de los apóstoles y profetas en la Iglesia primitiva, la limitación del cargo de apóstol, la naturaleza temporal del cargo de profeta, la autoridad de transmitir el mensaje del evangelio en la actualidad, la confusión y controversias que rodean a aquellos que se autoproclaman apóstoles en la actualidad, el llamado a cuestionar y examinar la enseñanza basados en el ejemplo de Pablo y los bereanos, la falta de respaldo bíblico para la afirmación de ser la autoridad final, la importancia de mantener el mensaje de los apóstoles y evitar desviarse de él, y finalmente, ofreceremos algunas conclusiones y recomendaciones para la Iglesia en la actualidad. Son muchos los aspectos a tratar, así que adentrémonos en este tema apasionante.

Antecedentes sobre el rol de apóstoles y profetas en la iglesia del primer siglo

En los primeros tiempos de la Iglesia, tanto los apóstoles como los profetas desempeñaban un papel fundamental en la transmisión del mensaje de salvación y el establecimiento de las primeras comunidades cristianas. Los apóstoles eran aquellos que habían sido elegidos directamente por Jesús para ser sus discípulos íntimos y testigos de su vida, muerte y resurrección. Su misión principal era difundir el evangelio y establecer iglesias en diferentes partes del mundo conocido en ese momento.

Por otro lado, los profetas también tenían un papel importante en la Iglesia primitiva. Eran aquellos que recibían mensajes directos de Dios y los comunicaban a la comunidad de creyentes. Estos mensajes podían ser de exhortación, consuelo, enseñanza o predicción de eventos futuros. Los profetas eran considerados canales a través de los cuales Dios se comunicaba con la Iglesia y les guiaba en su camino espiritual.

Es importante resaltar que ambos cargos tenían una función específica en el establecimiento de la Iglesia en sus primeros años. Ellos eran instrumentos en manos de Dios para sentar las bases doctrinales y espirituales de la fe cristiana. Sin embargo, la pregunta que surge es si estos cargos continúan existiendo en la actualidad y si los líderes actuales pueden reclamar ser apóstoles y profetas.

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Limitaciones en el cargo de apóstol: los doce discípulos, Matías y Pablo

La Biblia deja claro que el cargo de apóstol estaba limitado a un grupo selecto de personas. Inicialmente, Jesús eligió a los doce discípulos como sus apóstoles, dándoles un mandato específico de predicar el evangelio y hacer discípulos en todas las naciones. Estos doce hombres fueron testigos oculares de la vida y enseñanzas de Jesús, y fueron comisionados por él para continuar su obra después de su ascensión al cielo.

Después de la muerte de Judas Iscariote, el grupo de los doce se redujo a once. Para llenar esta vacante, los discípulos eligieron a Matías como el nuevo apóstol. Sin embargo, después de la conversión de Pablo, él también fue reconocido como apóstol, ya que había recibido una comisión directamente de Jesús para llevar el evangelio a los gentiles. Pablo juega un papel crucial en la expansión del cristianismo y la fundación de nuevas iglesias en el mundo greco-romano.

Estos ejemplos demuestran que ser un apóstol requería haber tenido un encuentro personal con Jesús y ser comisionado por él para llevar su mensaje. No hay evidencia bíblica de que otros líderes posteriores puedan reclamar legítimamente el título de apóstol. Por lo tanto, aquellos que se autoproclaman apóstoles en la actualidad están fuera de los límites establecidos por la Biblia.

Naturaleza temporal del cargo de profeta en el establecimiento de la iglesia

A diferencia del cargo de apóstol, la función del profeta en la Iglesia tenía una naturaleza más temporal. Los profetas desempeñaron un papel crucial en los primeros años de la Iglesia, ya que ayudaron a establecer la doctrina y a guiar a los creyentes en su fe. Sin embargo, a medida que se establecía la Iglesia y se recibía la revelación completa de Dios a través de Jesucristo y los apóstoles, el papel de los profetas se hizo menos necesario.

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La Biblia menciona a varios profetas en la Iglesia primitiva, como Agabo, Silas y las hijas de Felipe. Estos hombres y mujeres fueron instrumentos en manos de Dios para comunicar mensajes y dar consejos en momentos específicos de la vida de la Iglesia. Sin embargo, no hay evidencia de que el cargo de profeta fuera destinado a ser permanente.

El apóstol Pablo deja claro en sus escritos que la revelación completa de Dios ha sido dada en Jesucristo: «En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo» (Hebreos 1:2). Esto significa que ya no se necesita la guía directa de profetas para saber lo que Dios quiere comunicar a su pueblo. Ahora tenemos la Biblia como la Palabra de Dios completa y suficiente para nuestra fe y práctica. Por lo tanto, no se espera que aparezcan profetas en la actualidad con la misma función que tenían en los primeros tiempos de la Iglesia.

La autoridad de transmitir el mensaje del evangelio en la actualidad

Aunque los cargos de apóstol y profeta estaban limitados al tiempo de la fundación de la Iglesia, esto no significa que no haya líderes en la actualidad que tengan la autoridad de transmitir el mensaje del evangelio. La Biblia nos enseña que aquellos llamados al liderazgo en la Iglesia deben ser pastores, maestros y evangelistas, y estos líderes tienen la responsabilidad de alimentar y guiar a la congregación en la doctrina y la fe.

El apóstol Pablo instruye a Timoteo, uno de sus colaboradores, acerca de las cualidades que deben tener los líderes de la Iglesia: «De manera que el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad» (2 Timoteo 2:24-25).

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Estos líderes tienen la responsabilidad de enseñar y predicar la Palabra de Dios de manera fiel y precisa, guiando a la congregación en su crecimiento espiritual y en su conocimiento de la verdad. Sin embargo, es importante destacar que estos líderes no deben usurpar el papel de los apóstoles y profetas en el establecimiento de la doctrina, sino que deben basarse en el fundamento establecido por ellos en la Biblia.

Confusión y controversias acerca de autoproclamarse apóstoles en la actualidad

En los últimos tiempos, ha habido un aumento en el número de personas que se autoproclaman apóstoles y profetas en la Iglesia. Estos líderes a menudo reclaman tener una autoridad especial y una revelación directa de Dios. Sin embargo, esta afirmación está en desacuerdo con la enseñanza bíblica y ha llevado a confusión y controversias en el cuerpo de Cristo.

Algunos de estos líderes han establecido movimientos o denominaciones basadas en su supuesta autoridad apostólica o profética. A menudo, promueven enseñanzas y prácticas que se apartan de la doctrina bíblica y llevan a la desviación del verdadero evangelio de Jesucristo. Al afirmar ser la autoridad final y no permitir el cuestionamiento o la rendición de cuentas, estos líderes ponen en peligro la integridad y la pureza de la Iglesia.

El llamado a cuestionar y examinar la enseñanza basados en el ejemplo de Pablo y los bereanos

En contraste con aquellos que se autoproclaman apóstoles y profetas sin fundamento bíblico, el apóstol Pablo y los bereanos nos enseñan la importancia de cuestionar y examinar la enseñanza a la luz de las Escrituras. En el libro de los Hechos, Pablo predicó en Berea y los bereanos «recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así» (Hechos 17:11).

Este ejemplo nos insta a estar en guardia y no aceptar ciegamente las enseñanzas de aquellos que se autodenominan apóstoles o profetas en la actualidad. Debemos poner a prueba todo lo que se nos presenta, comparándolo con la Palabra de Dios. Si algo contradice la Biblia, debemos rechazarlo y no seguir a aquellos que promueven enseñanzas erróneas o desviadas.

La falta de respaldo bíblico para la afirmación de ser la autoridad final

Es importante destacar que la Biblia no respalda la afirmación de que alguien puede ser la autoridad final en la Iglesia en la actualidad. Aquellos que se autodenominan apóstoles y profetas a menudo afirman tener una revelación especial y un conocimiento superior a otros líderes y creyentes. Sin embargo, esto contradice la enseñanza bíblica de que la Palabra de Dios es la autoridad final en asuntos de fe y práctica.

La Biblia nos enseña que «toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia» (2 Timoteo 3:16). No hay ninguna indicación de que alguien deba tener una revelación especial o conocimiento exclusivo para interpretar y aplicar la Palabra de Dios. Mientras estemos basados en la enseñanza bíblica y guiados por el Espíritu Santo, todos los creyentes tienen acceso al mismo conocimiento y revelación divina.

La importancia de mantener el mensaje de los apóstoles y evitar desviarse de él

Una de las principales responsabilidades de la Iglesia es mantener el mensaje de los apóstoles y evitar desviarse de él. Los apóstoles fueron elegidos directamente por Jesús y recibieron una revelación especial del Espíritu Santo para establecer la doctrina y la práctica de la Iglesia. Su testimonio y enseñanza están registrados en el Nuevo Testamento, que es la base sólida sobre la cual debemos construir nuestra fe.

El apóstol Pablo advierte sobre aquellos que se apartan de la enseñanza apostólica y promueven «fábulas y mandamientos de hombres» (Tito 1:14). Nos exhorta a mantenernos firmes en la fe y a no ser llevados por doctrinas extrañas y engañosas. Debemos continuar estudiando las Escrituras y buscando el discernimiento del Espíritu Santo para evitar caer en el error y proteger la integridad de la Iglesia.

Conclusiones y recomendaciones para la iglesia en la actualidad

Aunque el cargo de apóstol y profeta existió en la Iglesia primitiva, su función y naturaleza eran limitadas a aquellos tiempos. La Biblia no respalda la afirmación de que estos cargos continúen existiendo en la actualidad. Sin embargo, esto no significa que no haya líderes con autoridad para transmitir el mensaje del evangelio en la Iglesia. Los pastores, maestros y evangelistas tienen la responsabilidad de guiar a la congregación en la fe y enseñanza bíblica.

Es crucial que cada creyente esté equipado para cuestionar y examinar la enseñanza a la luz de las Escrituras, siguiendo el ejemplo de Pablo y los bereanos. No debemos aceptar ciegamente las afirmaciones de aquellos que se autodenominan apóstoles o profetas sin un fundamento sólido en la Palabra de Dios. Debemos aferrarnos al mensaje de los apóstoles y evitar desviarnos de él, manteniendo así la pureza y la integridad de la Iglesia.

La Iglesia debe basarse en la autoridad de la Palabra de Dios y no en meros títulos o afirmaciones humanas. Sigamos estudiando las Escrituras, buscando la guía del Espíritu Santo y manteniendo la sana doctrina transmitida por los apóstoles.

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